domingo, 31 de mayo de 2015

Le llamaban loca. Mocedades

En Bilbao, en una plaza que se llama Arriquibar (la entrada ahora a la Alhondiga) solía sentarse una mujer; pasaba allí horas y horas, a veces tejiendo, pero siempre mirando a una tienda que había en la esquina de la Alda. de Urquijo. Se hacía unos sombreros cada vez más grandes y esperpénticos y la gente la llamaba la loca de los sombreros, los niños del Colegio Santiago Apostol y las niñas del de El Pilar solían reirse nerviosamente al verla tan estrafalaria. Ella no se metía con nadie, solo miraba a la tienda esperando que apareciera el hombre del que estaba enamorada, que decían había sido su novio y la había dejado para casarse con otra y eso la había hecho perder la cabeza. Pasaron los años y ella seguía allí. Nadie consiguió que dejara aquella vigilancia diaria hasta el día que murió. Era una mujer especial y el grupo Mocedades le dedicó una preciosa canción en la que contaban su historia.



sábado, 30 de mayo de 2015

jueves, 28 de mayo de 2015

Amor de tarde. Mario Benedetti

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.


miércoles, 27 de mayo de 2015

El jabón

Todas las personas tienen la posibilidad de trabajar creativamente. Lo que ocurre es que la mayoría jamás lo nota.
Truman Capote



lunes, 25 de mayo de 2015

La vasija con rajaduras

Cuenta la leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su aldea usando dos grandes vasijas, sujetas en las extremidades de un pedazo de madera que colocaba atravesado sobre sus espaldas.

Una de las vasijas era más vieja que la otra, y tenía pequeñas rajaduras; cada vez que el hombre recorría el camino hasta su casa, la mitad del agua se perdía.

Durante dos años el hombre hizo el mismo trayecto. La vasija más joven estaba siempre muy orgullosa de su desempeño, y tenía la seguridad de que estaba a la altura de la misión para la cual había sido creada, mientras que la otra se moría de vergüenza por cumplir apenas la mitad de su tarea, aun sabiendo que aquellas rajaduras eran el fruto de mucho tiempo de trabajo.

Estaba tan avergonzada que un día, mientras el hombre se preparaba para sacar agua del pozo, decidió hablar con él:

-Quiero pedirte disculpas ya que, debido a mi largo uso, sólo consigues entregar la mitad de mi carga, y saciar la mitad de la sed que espera en tu casa.

El hombre sonrió y le dijo:

-Cuando regresemos, por favor observa cuidadosamente el camino.

Así lo hizo. Y la vasija notó que, por el lado donde ella iba, crecían muchas flores y plantas.

-¿Ves como la naturaleza es más bella en el lado que tú recorres? –comentó el hombre-. Siempre supe que tú tenías rajaduras, y resolví aprovechar este hecho. Sembré hortalizas, flores y legumbres, y tú las has regado siempre. Ya recogí muchas rosas para adornar mi casa, alimenté a mis hijos con lechuga, col y cebollas. Si tú no fueras como eres, ¿cómo podría haberlo hecho?

"Todos nosotros, en algún momento, envejecemos y pasamos a tener otras cualidades. Es siempre posible aprovechar cada una de estas nuevas cualidades para obtener un buen resultado".


domingo, 24 de mayo de 2015

Sábado por la tarde. Claudio Baglioni


Gorrioncito, qué melancolia 
En tus ojos muere el día ya 
Excusa si la culpa ha sido mía, 
Si no puedo retenerte más 

A dónde fueron mis amores 
Que surcaban mares 
Que cruzaban vívidos 
Volando que los vence el llanto 
Malheridos ya 
No te marches, te ruego 

Gorrioncito, qué melancolía 
Pues sin tus caprichos yo qué haré 
Pero cada cosa que fue tuya 
Con el alma rota buscaré 

A dónde fueron esos tiempos 
Que soñaba el viento 
Que cruzabas vívido 
Gritando contra el cielo 
No me dejes, oh, no, no 
No te marches 
No te marches 

Yo sin ti moriré 
Yo sin ti sufriré 
Yo sin ti quemaré 
Todo el sueño mío 
Solo y lejos de ti gritaré 
Ya sin ti... 
Yo sin ti... 
Yo sin ti... 

Lentamente el sábado se va 
Gorrioncito dime donde estás 
Tú no te acuerdas que emigrábamos 
Como dos gaviotas 
Yo quisiera ver tus manos 
Y tenerlas, calentarlas 
Gorrioncito no, no te marches 
No te marches 

Yo sin ti moriré 
Yo sin ti sufriré 
Yo sin ti quemaré 
Todo el sueño mío 
Solo y lejos de ti gritaré 
Ya sin ti... 
Yo sin ti... 
Yo sin ti... 

Solo y lejos de ti gritaré 
Ya sin ti...


jueves, 21 de mayo de 2015

Donde comienzas tú. Julia de Burgos


Soy ola de abandono, 
derribada, tendida, 
sobre un inmenso azul de sueños y de alas. 
Tú danzas por el agua redonda de mis ojos 
con la canción más fresca colgando de tus labios. 
¡No la sueltes, que el viento todavía azota fuerte 
por mis brazos mojados, 
y no quiero perderte ni en la sílaba ! 

Yo fui un día la gaviota más ave de tu vida. 
Mis pasos fueron siempre enigma de los pájaros. 
Yo fui un día la más honda de tus edades íntimas. 
El universo entero cruzaba por mis manos. 
¡Oh día de sueño y ola; 
Nuestras dos juventudes hacia el viento estallaron. 
Y pasó la mañana, 
y pasó la agonía de la tarde muriéndose en el fondo de un lirio 
y pasó la alba noche resbalando en los astros, 
exhibiéndose en pétalos 
y pasó mi letargo... 

Recuerdo que al mirarme con la voz derrotada, 
las dos manos del cielo me cerraron los párpados. 
Fue tan sólo una ráfaga, 
una ráfaga húmeda que cortó mi sonrisa 
y me izó en los crepúsculos entre caras de espanto. 
Tú nadabas mis olas retardadas e inútiles, 
y por poco me parto de dolor esperando. 

Pero llegaste, fértil, 
más intacto y más blanco. 
Y me llevaste, épico, 
venciéndote en ti mismo los caminos cerrados. 

Hoy anda mi caricia 
derribada, tendida, 
sobre un inmenso azul de sueños con mañana. 
Soy ola de abandono, 
y tus playas ya saltan certeras, por mis lágrimas. 

¡Amante, la ternura desgaja mis sentidos... 
Yo misma soy un sueño remando por tus aguas !


lunes, 18 de mayo de 2015

El amor verdadero

Un famoso profesor se encontró frente a un grupo de jóve­nes universitarios que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos defendían que el romanticismo cons­tituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando ésta se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les rela­tó lo siguiente:

Mis padres vivieron cincuenta y cinco años casados. Una mañana, mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y, casi a rastras, la subió a la furgoneta. A máxima ve­locidad, sin respetar los semáforos, condujo hasta el hospital más cercano. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el funeral, mi padre no habló en lo más minino, su mirada estaba per­dida y casi no lloró. Esa noche, sus hijos nos reunimos con él.

En un ambiente de dolor y de nostalgia recordamos hermo­sas anécdotas sobre mi madre. Él pidió a mi hermano, que es teólogo, que le dijera dónde estaría mamá en ese preciso momento; mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y dónde estaría ella.

Mi padre escuchaba con gran atención y de repente, pidió:

“Llévenme al cementerio!”

“Papá”,respondimos nosotros, “son las doce de la noche. No podemos ir al cementerio ahora.”

Alzó la voz y, con una mirada con lagrimas, dijo: “No discutan conmigo, por favor; no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa durante cincuenta y cinco años.”

En ese momento se produjo un respetuoso silencio y  no discu­timos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al cuidador y con una linterna a cuestas llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, rezó y nos dijo a sus hijos, que veíamos la escena conmovidos:

”Fueron cincuenta y cinco buenos años… ¿Saben?, nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así —hizo una pausa y se lim­pió la cara—. Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, en mi cambio de empleo —continuó—. Hicimos la mudanza cuando vendimos la casa y nos mudamos a la ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos crecer y terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de nuestros seres más queridos, reza­mos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apo­yamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad y perdona­mos nuestros errores… Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por qué? Porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera…”
Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo te­níamos el rostro lleno de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: “Todo está bien, hijos; podemos irnos a casa; ha sido un buen día.


domingo, 17 de mayo de 2015

La gaviota (La gavina). Marina Rossell

La habanera es un género musical que nació a finales del siglo XIX, y cuyo origen se remonta a los españoles que regresaban a su tierra después de haber estado en Cuba, bien los indianos que habían emigrado buscando fortuna, bien por los soldados que regresaban de la guerra de Cuba. Todas ellas solían tener letras meláncolicas y de añoranza, a veces por amores perdidos, en otras ocasiones por la tierra querida y que queda tan lejos. Existen habaneras tanto en castellano como en catalán.

Las habaneras se recuperaron y se pusieron muy de moda en muchas localidades costeras de España en los años sesenta, y concretamente en Cataluña en la Costa Brava; es muy famosa la Cantada d'Havaneres de Calella de Palafrugell, donde numerosas corales y cantantes hacen las delicias del público.

Una de esas artistas es la conocida Marina Rossell, y digo conocida dentro y fuera de nuestras fronteras, porque Marina, que canta en varios idiomas ha actuado en escenarios de todo el mundo. Ha recibido numerosos premios y galardones, y no solo por su extensa labor musical, si no también por su apoyo a causas benéficas y pacifistas. La lista de músicos y artistas con los que ha colaborado es tan larga y variada que solo pondré unos cuantos nombres: Georges Moustaki, Marc Parrot, Pedro Guerra, Montserrat Caballé o Lila Downs, entre muchos otros.

Su música es esencialmente de influencia mediterránea, y las habaneras forman parte fundamental de ella; concretamente, "La gavina", compuesta en 1928 por Frederic Sirés ha sido uno de sus mayores éxitos.

Esta canción, de bella factura, un enamorado le habla a una "gavina" (gaviota en catalán) del amor lejano , y le pide que en sus vuelos lleve a la amada las palabras que él, por la distancia, no puede dedicarle en persona.