En Bilbao, en una plaza que se llama Arriquibar (la entrada ahora a la Alhondiga) solía sentarse una mujer; pasaba allí horas y horas, a veces tejiendo, pero siempre mirando a una tienda que había en la esquina de la Alda. de Urquijo. Se hacía unos sombreros cada vez más grandes y esperpénticos y la gente la llamaba la loca de los sombreros, los niños del Colegio Santiago Apostol y las niñas del de El Pilar solían reirse nerviosamente al verla tan estrafalaria. Ella no se metía con nadie, solo miraba a la tienda esperando que apareciera el hombre del que estaba enamorada, que decían había sido su novio y la había dejado para casarse con otra y eso la había hecho perder la cabeza. Pasaron los años y ella seguía allí. Nadie consiguió que dejara aquella vigilancia diaria hasta el día que murió. Era una mujer especial y el grupo Mocedades le dedicó una preciosa canción en la que contaban su historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario